En los momentos más críticos de la humanidad siempre han aparecido salvadores, líderes y guías: en Gotham apareció Batman; en la independencia de la India apareció Gandhi; y, en estos momentos en que mi país me necesita, yo protagonizaré la rebelión contra el convencionalismo, la lógica y el sentido práctico.

domingo, 12 de mayo de 2013

El lado femenino

Seamos sinceros, todos tenemos un lado rosa. Hay estudios que afirman que todos somos estructuralmente bisexuales, y puede que así sea. Es decir, vale. No quiero parecer gay ni nada de eso, aunque no tengo nada en contra de ellos, pero quien no haya tenido nunca curiosidad que lance la primera piedra. Osea, no es que sienta morbo. Pero sí me cuesta desviar la mirada a veces. ¿A quién no? Vamos, no me dejes solo.




Jason Statham, un foco de atención que emana testosterona


Pero nuestro lado femenino no se limita a la curiosidad, ya sea comparativa (tales como qué pedazo tranca tiene ese hijo de puta, un poco más y se da por culo, o ese cabrón tiene más pelo en el culo que yo en la cabeza) o simplemente por hipnosis, sino que se extiende hasta los cuatro puntos básicos de la mujer que hay en todo hombre:

1. Claaaro, las noches de fiesta... Lo que se suele argumentar cuando a alguien se le escapa que le gustaría ser una mujer es que a las mujeres las invitan a cubatas, siempre las dejan pasar en las discotecas y pueden bailar tan ridículamente como quieran y no corren riesgo de recibir una paliza. Pero lo que uno en realidad está pensando es en lo calientapollas que sería si fuera una veinteañera de tetas redondas y turgentes, a ser posible con más de una noventa. 

2. La ropa. La mayoría de hombres han desarrollado una especie de escudo interior para que su mujer no salga a la luz y así evitar ser llamados mariquitas. Por eso pasan de la ropa: cuando son jóvenes se la escoge su madre, y cuando son mayores se la escoge su mujer. Lo que nadie sabe es que,cuando un hombre se queda solo en una tienda, se pasa más rato mirando ropa de mujer que de hombre, por una de estas tres sencillas razones: puede que se imagine vistiendo a su versión femenina universitaria; quizás se esté imaginando las posibles recompensas sexuales que podría acarrear un regalo textil; o, tal vez solo le guste mirar esos vestidos preciosos y combinarlos con unos zapatos de tacón y un bolso.

3. La música. Quizás empieces cantando Metallica, pero de algún modo terminaras con Honey honey how you thrill me ahá, honey honey ua ua ua de Abba. Pero cuando creas que estás en lo más bajo de la escala musical masculina, hallarás un nuevo precipicio, que empezará con I want to break free y acabará con Boys boys boys o quizás con alguna de las Spice Girls. Si te graban puedes dar por muerta y enterrada tu virilidad y despedirte de mojar por el resto de tu vida. 



  
A este se le ha ido la cosa de las manos.


4. Los animales. Oh, vamos, ¿a quién no le gusta un encantador conejito? ¿Quizás un cachorro, o eres más de gatitos? Aunque intentes disimular diciendo que tú prefieres leones, dragones de Komodo y serpientes que te matan en menos de quince segundos, en cuanto veas un conejo por el bosque y alguien intente lanzarle una piedra te van a entrar ganas de llorar y le suplicarás de rodillas ¡Mi reino por la vida de ese conejo!

Pero a pesar de nuestro lado femenino, que sufre fluctuaciones dependiendo de la cantidad de hembras que haya alrededor, seguimos siendo hombres. Hombres como Silvester Stallone, Arnold Schwarzenegger, Bruce Willis o El gran Khalí, y seguiremos suspirando de emoción al ver una escena de Texas Ranger con Chuck Norris dando palizas a macarras. Aún así, si algo he aprendido del cine es que uno nunca debe fiarse de los conejos, por muy monos que sean.